Ya está en casa. Esta Minerva se llama Guadalupe y ha hincado letras de todo tipo, y las que le faltan por hendir.
En la entrada anterior resolvía un problema de tamaño de la rama de Rayuela con unas cuñas minimalistas, lo que son las cosas, uno comiéndose la cabeza sobre la manera de resolver un problema y va el destino y le da la vuelta a la tortilla en menos de dos semanas.
Esta Minerva de plato tamaño folio de Richard Gans estaba en un taller de rótulos de Madrid, la intención de su dueño era usarla para troquelar pegatinas pero no pudo o no supo adaptar la máquina para estos menesteres así que como quería deshacerse de ella y yo la quería para mis cosas el acuerdo fue sencillo.
Hay que tener muchas ganas o estar medio chalado (algo muy común entre amantes del letterpress) para salir de Dos Hermanas a las siete de la mañana, llegar a Madrid a las doce y media, sacar a Guadalupe del taller, desmontarle el tintero, el plato y la cama en plena calle, subirla entre tres en un coche (un Kalos de los pequeñitos) y volver a casa para estar otra vez montada a las nueve de la noche. Si me pilla la Guardia Civil con semejante carga (unos 200 kilos) me manda al calabozo.
Está en muy buen estado. No le va a hacer falta casi ningún arreglo y eso, después del trabajo que me han dado Rayuela y Tullida, se agradece considerablemente. Incluso he podido hacer alguna prueba y sólo ha requerido variar un poco la regulación de la cama, aparte de hacerle caso a la placa que luce en un lado y engrasar todos sus orificios.
Hay un detalle que me ha sorprendido, las rondanas son de madera, algo no muy común ya que este material se dilata fácilmente por el calor, en el sur de eso sabemos un poco. Creo que al final le haré unas de acero en el tornero aunque de momento voy a probar con las de madera. Los rodillos estás casi en las últimas, a ver lo que duran.
He estado haciendo pruebas para ajustar la cama ya que al desmontarla se giró uno de los tornillos que regula su inclinación. Falta limpiarla un poco, tiene mucha suciedad de haber estado sin usar, creo que con un poco que queroseno, una brocha, un trapo y mucha paciencia estará lista en un periquete. Las pruebas salieron correctamente aunque el hendido no se aprecia ya que era papel de poco gramaje.
El texto de Octavio Paz:
«Hecho con las manos, el objeto guarda impresas, real o metafóricamente, la huellas digitales de quien lo hizo. Esas huellas no son la “firma” del artista, no son un nombre, tampoco son una marca. Son más bien una señal: la cicatriz casi borrada que conmemora la fraternidad original de los hombres.»…